El arte y el compromiso político siempre fueron una sola cosa para Mikis Theodorakis, el compositor que para el mundo representó más que ningún otro la imagen cultural de Grecia en el siglo XX. Theodorakis falleció a los 96 años en su casa de Atenas, donde llevaba en los últimos años una vida alejada de la exposición pública y la creación musical debido a sus problemas de salud. Una serie de complicaciones respiratorias habían forzado su retiro definitivo en la década pasada.
Theodorakis deja una obra vasta y polifacética que incluyó por igual referencias clásicas y acercamiento a la música popular. En esta última vertiente aparece la creación que más lo identifica y que para muchos resume su legado: la banda sonora de la película Zorba, el griego, dirigida en 1964 por Michael Cacoyannis. Aquella escena famosa en la que Anthony Quinn, encarnando al vital protagonista de la historia, le enseña un baile típico de su tierra a su visitante, encarnado por Alan Bates, hizo que la música de Theodorakis adquiriera un sello de identidad reconocido en todas partes. El sirtaki más famoso de todos los tiempos funciona como síntesis de una obra que desde ese momento se asoció a Grecia, aun con el riesgo de caer en el inevitable estereotipo, algo que ocurrió con frecuencia en las décadas siguientes y perdura hasta hoy.